DÍA 10. LAGO MANYARA – AEROPUERTO

 

El último día había una actividad opcional: una ruta en bici hasta el lago Manyara. La bici es uno de mis deportes favoritos y un medio de transporte por temporadas. Las primeras veces solía apuntarme con ganas, pero suponía un madrugón considerable y, tras varias rutas durmiendo una media de 5 horas, pedalear la última jornada del viaje hasta el lago Manyara se me hacía tan duro como una etapa del tour de Francia cuesta arriba, a pesar de ir por un terreno plano. Además, los tiempos eran apresurados porque el avión solía ser al mediodía. El resultado era el poco entusiasmo que expresaba en animar a los clientes con esta experiencia, aunque tampoco suponía un gran esfuerzo porque normalmente el 90% del grupo había llenado el cupo de madrugones en estas vacaciones, así que todos contentos.

El parque nacional del lago Manyara se encuentra al suroeste del Serengeti. Tiene unos 650 km2, el doble de superficie que el Ngoronogoro, de los cuales casi la tercera parte está cubierta por el lago de agua salada. En las salidas en bici durante la época seca, vimos la sal cristalizada sobre la tierra negra en aquellos lugares donde el perímetro del lago había retrocedido. Veíamos manadas de ñus, animal familiar para todos nosotros por los cientos de miles que podíamos llegar a ver a lo largo del viaje. Aún así, hubo una queja generalizada del último grupo, quien dijo estar bastante descontento por no haber visto ni un solo ñu en diez días, y así lo hizo constar en las encuestas de valoración.

La compañía aérea Zan Air se encargaba de llevar a los clientes desde el aeropuerto de Arusha hasta Stone Town, la parte antigua de Ciudad Zanzíbar, capital del archipiélago homónimo. Aquí terminaba mi trabajo como guía, despedía al grupo y, antes de volver a casa, solía irme con los chicos a comer un ugali con carne a la brasa y refrescarnos con una Kilimanjaro (cerveza local) que me sabía a gloria. Ya en casa, procuraba avisar a familiares y amigos de haber finalizado una nueva ruta bombardeándoles con fotos que desatan la envidia de las almas más bondadosas. Y es que es verdad: África enamora. Y mucho.

 

 

Adansonia digitata, baobab lago Manyara

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *