DÍA 5. MITZPE RAMON, JERUSALÉN

Pasamos un frío considerable por la noche, dentro del bungalow del lodge Silent Arrow. Echamos de menos un edredón extra, más sencillo de pedir que una chimenea. Paramos en una gasolinera de camino al cráter de Mitzpe Ramon, donde compramos algo con la idea de desayunar sentados en la cresta del cráter y “con las patitas colgando”, de nuevo un deseo de mi querido amigo Alberto. Dicho y hecho, entramos por el acceso que hay en el centro de visitantes y nos comimos nuestro bocadillo sentados sobre una valla de hormigón que separaba la carretera del cráter, con “las patitas colgando” y vistas al cráter. Asombrada después de esto, tengo pendiente una conversación con Alberto para darle cierta rentabilidad a sus peticiones. Aunque el día estaba nublado y no se apreciaba bien el perímetro del cráter, la panorámica no tenía desperdicio y disfrutamos de nuestro desayuno acompañados por íbices, la cabra salvaje (otro tanto para el viaje).

Cráter Mitzpe Ramon, desierto de Neguev, Israel
Cráter Mitzpe Ramon, desierto del Neguev, Israel

Descendimos el desnivel de 500 metros por la carretera 40 en busca de la ruta recomendada por el camarero – guía. Makhtesh Ramon (Mitzpe Ramon y, Ramon para los amigos) está considerado como “cráter”, cuando realmente es una mala traducción de la palabra hebrea “makhtesh” al inglés “crater” por su parecido a simple vista. Ramon es más bien un “circo de erosión”, es decir, paredes rocosas que rodean un valle drenado por una o varias cuencas hidrográficas, dos en este caso, y que está formado por el desgaste que causan los agentes meteorológicos. Es el circo de erosión más grande conocido (tampoco es que haya muchos), con una longitud máxima de 40km y una anchura entre 2 y 10km. Su origen se remonta a más de 200 millones de años (el cráter del Ngorongoro, en Tanzania, se formó hace 2.9 millones…), y es parte del parque nacional más grande del país.

Teníamos que coger un desvío a nuestra izquierda. Para ello, había que abandonar la carretera por una pista de tierra señalizada en rojo pasado Lev HaMidbar Camping. Llevábamos un Nissan, pero confiamos ciegamente en las indicaciones del camarero – guía, quien aseguraba se podía prescindir de 4×4 sin emocionarse con la velocidad. Para guiarnos, qué mejor que el mapa marcado con las explicaciones del camarero – guía y Maps.me para contrastar información pero, aún así, nos pasamos. Dado que el mar Rojo no estaba en nuestro itinerario, dimos media vuelta y seguimos oteando. Me sentía como Indiana Jones en busca del desvío perdido, pero menos apasionante. Finalmente, dimos con el tesoro, cogimos la pista marcada en rojo y un poco más adelante de Beerot Camping Site, estaba el cruce con un mojón de piedra que marcaba varios caminos. Seguimos en el de color rojo hasta el parking de Ein Saharonim, punto de partida de la ruta.

Mapa ruta desde Ein Saharonim (Mitzpe Ramon)
Mapa ruta desde Ein Saharonim

La previsión en la duración de la caminata era de un par de horas. Optamos por la ruta combinada de color azul, negra y verde. Nada más empezar vimos los restos arqueológicos de un caravasar de época nabatea (Han Saharonim Fort) y proseguimos por el cauce del wadi Neqarot hasta llegar a un valle encajado en un cañón. Ahí nos tocó desviarnos por la ruta negra, una “subida de íbices” hasta llegar a un camino que bordeaba una pared rocosa escarpada a un lado y dejaba el paisaje del cráter, en el otro.

Han Saharonim Fort, Neguev, Israel
Caravasar Han Saharonim

A lo largo del camino nos encontramos con formaciones rocosas enrevesadas y comidas por la erosión. A grandes rasgos, parece ser que las paredes están formadas por rocas duras en superficie de tipo calcáreo, que cubren otras más blandas como la arenisca y la creta. Esto da lugar a un paisaje de gran belleza, dejando el desierto del Negev por encima mis expectativas. Sin embargo, la paz inspirada en este entorno natural contrastaba con el sonido fácilmente reconocible de algún que otro avión militar sobrevolando a poca altura. Y es que a parte de los varios aeropuertos del Negev que cubren vuelos domésticos e internacionales, en el año 2017 EEUU e Israel inauguraron la primera base militar conjunta en territorio israelí, la base aérea de Ramon (ya comenté que “Ramon” solo era para los amigos), de importancia estratégica capital para el país y en alerta 24/7.

Formaciones rocosas, Mitzpe Ramon, desierto del Neguev, Israel
Formaciones rocosas

Ein Akev, desierto del Neguev, Israel

Llegamos al parking cumpliendo los pronósticos de nuestro amigo el camarero – guía con una precisión matemática: 2 horas de caminata. Si su entrevista de trabajo hubiera dependido de nosotros, ahora tendría un contrato indefinido.

Cráter Mitzpe Ramon, desierto de Neguev, Israel
Cráter Mitzpe Ramon

Nos habíamos organizado con la finalidad de terminar pronto y poder llegar a Jerusalén por la carretera de Cisjordania, aprovechar a bañarnos en el mar Muerto y ver la zona que un par de días antes habíamos recorrido de noche.

El mar Muerto es un mar endorreico situado a más de 400 metros por debajo del nivel del mar, lo que le convierte en el lugar más bajo del mundo, y se localiza entre Israel y Jordania. Tiene unas extensión de 600 km2 aproximadamente (el mar de Galilea, casi 170 km2) y se cree que sus aguas esconden las ruinas de las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra, de ahí que también se le conozca como mar de Sodoma. El mar Muerto debe este nombre a su elevada concentración de sal, 350 gr/L aproximadamente frente a la media de 35 gr/L de cualquier otro océano, aunque le superan el lago Assal (Yibuti) y algunos lagos antárticos. Esta característica impide el desarrollo de vida a excepción de algunos microorganismos y permite que flotes dada su elevada densidad. Recibe el aporte de agua del río Jordán, algunas fuentes menores y de la escasa lluvia que cae y, puesto que no tiene desagüe alguno (la única salida de agua es la evaporación), gran parte de su hipersalinidad es el resultado del aporte de toneladas minerales del río Jordán.

Cuando la carretera llegó a la costa del mar Muerto parecía que el sueño del baño iba a ser una tarea difícil en vista de las alambradas que cortaban el paso y los carteles de Danger! Habría sido todo un detalle la traducción de algunos carteles en hebreo, aunque ya habíamos leído que era una zona infestada de minas antipersonas. De repente, se encendió un testigo del coche indicando que llevábamos una rueda con la presión baja. Paramos y vimos cuál era el problema: habíamos pinchado. No sabíamos dónde, pero el neumático tenía un par de clavos que habían dejado escapar el aire poco a poco. Cambiamos la rueda por la de repuesto, cuyo ridículo tamaño le hacía parecer al Nissan un tullido.

Mientras mi querido amigo Alberto daba unas caladas tras haber puesto la prótesis al coche, me acerqué a un par de ortodoxos que habían parado para contemplar el mar y les pregunté si sabían un sitio donde podernos bañar. Nuestra conversación fue divertida porque no nos entendíamos bien en inglés y, mientras uno afirmaba algo, el otro lo negaba. La situación me recordó al acertijo del preso en una celda con dos puertas custodiadas por sendos guardias, uno siempre mentiroso y el otro, siempre honesto, a los cuales podías hacer solo una pregunta a uno de ellos para atravesar la entrada que te llevaría a la libertad. En mi caso no era tanto la libertad, como evitar las minas, que tampoco era una tontería. Ambos estaban de acuerdo en que era complicado poderse bañar y había que hacerlo en sitios señalizados por el peligro de las minas y también los hoyos de la costa. Efectivamente, el mar Muerto está secándose progresivamente, dejando tras de sí unos agujeros de cuyo riesgo advierten algunos carteles con un monigote cayendo a un hoyo. Finalmente, ambos acordaron que a unos 20 minutos en coche había una salida señalizada donde se podía aparcar y bañarse a 10 minutos andando. Había duchas. Las indicaciones de los guardines eran vagas y estábamos cerca de quedarnos sin luz, así que decidimos prudentemente abandonar la aventura del baño.

Mar Muerto, Israel

Tiempo después me enteré de que la mayor parte de las playas del mar Muerto son privadas, te cobran la entrada en parte porque la localización de la playa varía cada pocos años por el cambio en el nivel del mar, y supone mover las instalaciones y servicios. No obstante, hay playas públicas seguras donde puedes bañarte, aunque nosotros en su momento desconocíamos cuáles.

La entrada a Jerusalén fue rápida, no había mucho tráfico. Aparcamos al cojo frente a la puerta de nuestro alojamiento, Jerusalem Garden Home, una casa antigua con una verja… cerrada. Llamé al timbre y nadie contestó. Había una nota con el número de contacto pegada a la entrada, pero no fue necesario porque el dueño nos saludó a nuestras espaldas. De dónde apareció, no lo sé, pero me resultó muy simpático. Nos abrió la verja y accedimos a un noble patio, subimos las escaleras hasta la entrada y nos acompañó hasta nuestra habitación. Francamente debería de calificar esta habitación como mi futura casa, una habitación de dos plantas con baño, salón, habitación con dos camas y fregadero en la primera, y una cama doble en la planta de arriba. Las dimensiones, el suelo de azulejos y la decoración hicieron escapar de mi boca un “Really? Is this for us?” Me en-can-tó, con todas sus letras y subrayado. Era muy acogedora, y para colmo, el desayuno estaba incluido. Casi le doy un abrazo fraternal de los míos al dueño, pero con la expresión de mi cara fue suficiente. Era una habitación de tamaño familiar que reservamos a través de internet, seguramente en oferta. El precio final lo convertía en la mejor reserva en relación calidad – precio, y no solo de Israel.

Nos duchamos, organizamos sucintamente el par de días reservados a Jerusalén, y salimos a cenar. No nos complicamos mucho y optamos por un restaurante de comida internacional justo en frente. Quedamos satisfechos con el menú y el servicio, el cual nos volvió a recomendar un bar. En esta ocasión no había entusiasmo en su rostro, además de que el local nos pillaba retirado a pie, así que nos hicieron el favor de vendernos un par de cervezas para tomárnoslas en mi nueva casa mientras continuábamos con nuestro plan en Jerusalén. Emocionados por los estímulos que íbamos a recibir de esta ciudad, dejamos la organización abierta a imprevistos y nos fuimos a dormir.

Diario ilustrado de Israel

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