DÍA 3. NAZARET, BEIT SHE´AN, MAR MUERTO, DESIERTO NEGUEV

Engullimos en el hostal un rico desayuno incluido y ya con el estómago lleno nos despedimos del mar de Galilea. Querríamos habernos bañado por aquello de sumergirnos en los tres mares de Israel, pero se nos olvidó por completo.

Inauguramos el día con Nazaret, teníamos nuestras reticencias porque esperábamos encontrarnos la ciudad enlatada por turistas, pero nos sorprendió su hermosa parte antigua y la densidad de personas por metro cuadrado era bastante aceptable.

Los evangelistas se contradicen en asignar la ciudad natal de Jesús: ¿Nazaret o Belén? Cuando la Biblia añade un lugar después del nombre propio de una persona con ello se refiere al lugar de su nacimiento, aunque de acuerdo a algunos evangelistas Jesús nació en Belén porque sus padres eran de aquí o bien, se encontraban de paso ante el mandato del emperador César Augusto por el cual todos los habitantes tenían que inscribirse en un censo en su ciudad natal. Sea como fuere, Nazaret es hoy día una ciudad capital dentro del recorrido turístico del país, algo que contrasta con la pequeña aldea que se cree debió ser en tiempos de Jesús.

Dejamos el coche en un parking próximo a la iglesia de la Anunciación. Subimos una empinada cuesta y entramos en esta iglesia, muy interesante desde el punto de vista constructivo. La galería exterior del templo exhibe una serie de mosaicos de la virgen regalados por diferentes países, entre los cuales destaca la generosidad de España, país que sigue gozando de buena salud espiritual a juzgar por lo varios mosaicos con sello español expuestos, tales como la Virgen de Guadalupe, la Virgen de los Desamparados o la Virgen de la Candelaria, patronas de Extremadura, Valencia y Canarias respectivamente. En el interior de la iglesia se encuentra la gruta donde supuestamente el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la madre del nuevo Mesías. Afuera y junto a la Anunciación se encuentra la iglesia de san José, donde el padre de Jesús tendría su carpintería, y con unas cuevas que probablemente almacenaron grano, vino y aceite.

Interior iglesia de la Anunciación, Nazaret, Israel
Interior iglesia de la Anunciación, Nazaret

A continuación nos adentramos en el mercado, con sus calles estrechas hacia arriba y hacia abajo, cafés coquetos y sorprendentemente, varios talleres de carpintería que por un momento me desorientaron porque pensé haber cruzado por despiste una ventana espacio – temporal.

Dejé Nazaret con la sensación de haber dado con una ciudad que superó mis expectativas, imagino que ayudadas por viajar en temporada baja. El siguiente destino eran las ruinas romanas de Beit She´an, una visita para mantenerme callada y contenta dado que en nuestro itinerario nos fue imposible añadir Cesarea Maritima, algo que sentí bastante.

La ciudad de Beit She´an dista 37 kilómetros de Nazaret y está considerada una de las ciudades más antiguas de Israel. Su principal atractivo son las ruinas de época romana, que floreció en el siglo I d.C. y siguientes hasta que fue sacudida por un terremoto en 749 d.C., momento tras el cual la ciudad no consiguió recuperar su esplendor. Entre los restos conservados destacan las vías principales (cardo y decumano), las termas, los mosaicos de algunas zonas del pavimento y el teatro romano, actualmente en uso. El enclave entre verdes lomas de las ruinas y la columnata de la calle Palladius (el antiguo cardo) convierten a este yacimiento en un lugar que merece la pena visitar (a mí me mantuvo callada y contenta a raíz del disgusto de Cesarea Maritima).

Beit She´an, Israel
Beit She´an, Israel

Después de un par de horas retomamos el viaje en carretera. Esta noche dormíamos en Yeroham, en el desierto del Neguev. Teníamos dos opciones: bordear Cisjordania o, cruzar Cisjordania.

Cisjordania es un territorio gobernado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y ocupado por Israel. En 2002 el gobierno israelí comenzó la construcción de 800 kilómetros de muro alrededor de Cisjordania con el argumento de proteger a las colonias judías frente a la posible entrada en su territorio de terroristas suicidas procedentes de Cisjordania. En la práctica, esta decisión ha aislado a la población palestina, separando familias, pueblos y ciudades enteras, además de cruzar propiedades privadas que son la fuente de sustento de muchos palestinos. Una vez finalizado se prevé que el muro haya ganado un 10% de territorio palestino a favor del israelí, quedando aislados los palestinos afincados al otro lado.

Nosotros preferíamos ir por la carretera que bordeaba el mar Muerto, más rápida y seguramente con unas vistas más atractivas que conduciendo por la otra opción. Sin embargo, eso suponía entrar en Cisjordania, y no teníamos claro que fuera posible. Por eso preguntamos a la recepcionista del hostal Tiberias la noche anterior, la cual nos recomendó hablar directamente con la compañía de alquiler de coche. Llamé y en vista de que la conversación podía ser complicada, la recepcionista se ofreció a relevarme. Durante el tiempo que duró la llamada la recepcionista nos miraba con cara de circunstancias, se mantuvo a la espera durante unos momentos (seguramente porque el que estaba al otro lado de la línea preguntó a su vez a un tercero), parecía que perdía la paciencia en otros, y discutía. Observando su expresividad al otro lado del mostrador parecía que la respuesta estaba clara y nos tocaba rodear por fuera Cisjordania para, algún día, llegar al sur del país. Con suerte no aposté nada, porque cuando la recepcionista colgó nos miró, sonrió y nos dijo: “no problem, you can cross Cisjordania with your car”. En aquel momento aprendí lo siguiente: “nunca juegues al póker, serías una pésima jugadora”.

Con toda esta información optamos por atravesar Cisjordania. Dado que hay controles de acceso y salida a la región, dejamos nuestro pasaporte a mano, y yo por mi parte guardé prudentemente el libro sobre el conflicto árabe – israelí que leía para ambos en los tramos de algunos trayectos en coche, y que nos sirvió para aclararnos algunas partes del escenario de batalla tan complejo que caracteriza a este país. Cuando llegamos al puesto de control Mehola aminoramos la marcha, dejando a nuestra izquierda tres mujeres de uniforme israelí que ignoraron nuestra presencia. Y dicho esto, recuerdo cuando trabajé en Madrid como recepcionista en la ciudad financiera de un banco y mi labor consistía en controlar los accesos y salidas de todo ser vivo con exquisita escrupulosidad. Pues bien, el acceso a Cisjordania me pareció de una sencillez inesperada en comparación con la parafernalia del banco. No obstante, Mehola checkpoint solo lo he cruzado una vez en mi vida y desconozco si esta rapidez es habitual, aunque intuyo que la ausencia de rasgos palestinos en el físico de mi querido amigo Alberto y yo puede tener algo que ver; así pues, podríamos decir que “por aquí irían los tiros” que explican la simpleza del cruce, aunque quizás dicha expresión no es la más apropiada en este contexto.

El primer tramo de carretera estaba en peor estado, luego fue mejorando. El paisaje cisjordano estaba salpicado de invernaderos y casas de campesinos en claro contraste con lo que dejábamos atrás del puesto de control, una plaga de edificios en construcción que poco a poco se van adueñando de los verdes campos del norte en un claro ejemplo de crecimiento económico. De hecho, entre 2004 y 2013 la economía de Israel creció un 5%, 2,8% entre 2014 y 2017. El PIB per cápita es un buen indicador del nivel de vida de un país y en el caso de Israel superó los $36,000 en 2017, casi igualando el puesto de Italia, con poco más de $38,000 y de España, con casi $38,500. Por si esto fuera poco, nos quedamos pasmados cuando nos enteramos del salario mínimo en 2018: 1273€ al mes, frente a los 858€ (858,6€, perdón…) de España en el mismo año. La inflación de precios en los alojamientos que habíamos reservado, en la comida o en los tercios de cerveza (mínimo 28 ILS, casi 7€ al cambio) comenzaban a tener explicación.

De repente y casi sin transición, el verde de los campos fue dejando paso a una gama de tonos tierra: habíamos llegado al desierto del Neguev. Es curioso pero, a pesar del 60% de territorio que ocupa este desierto, solo se acerca a visitarlo un 5% de turistas. En mi caso, suelo caer rendida ante la belleza de un desierto, así que estaba emocionada de haber reservado un par de días a este lugar.

A nuestra izquierda el mar Muerto nos acompañaba en el viaje, ofreciendo su mejor variedad de tonos azules combinados con la tierra del desierto. El color cenizo del cielo deslucía la estampa, pero no nos disuadió de bajar 10 minutos para contemplar la escena y sacar un par de fotos.

Mar Muerto, Israel
Mar Muerto

El último tramo del trayecto lo hicimos de noche. A la salida de Cisjordania nos esperaba otro control, Mitzpe Shalem, todavía más fácil que el anterior, pues aquí no se molestaron ni en salir de la cabina. Al poco rato empecé a dar cabezadas, para acabar dando cabezazos descarados. En mi favor explicaré que, entre la oscuridad de la noche y el buen estado de la carretera, era matemáticamente imposible mantenerse despierto, deduciendo por lo tanto que el mismo Alberto también debió caer en un profundo sueño mientras conducía. Mi teoría habría tenido credibilidad si no hubiera sido porque mi querido amigo me despertó para ver la mole de colores que se alzaba frente a nuestros ojos: la mismísima fábrica de Papá Noel. Delante de nosotros había un paisaje industrial que evocaba el cine de ciencia ficción, con una fábrica de tamaño descomunal escupiendo humo e iluminada casi con tanto gusto como el árbol de navidad de mi madre. Confieso que me maravilló su silueta en mitad de la noche, su tamaño y, aunque no sea un comentario muy ecológico, la luz y el humo me cautivaron.

Vimos más fábricas próximas al mar Muerto, los carteles las señalaban como fábricas de magnesio, seguramente aprovechando que este mar tiene 15 veces más magnesio que el agua marina normal. Hurgando un poco sobre el asunto, el mar Muerto ha sido una zona codiciada históricamente por su riqueza mineral. Actualmente, El Dorado está controlado por la compañía israelí Salt Dead Works, el gigante iluminado que vimos por la noche. El cloro, el bromo, la potasa o el magnesio son explotados para su uso en la industria cosmética, automovilística, farmacéutica y tecnológica, y para la fabricación de fertilizantes. A esto hay que añadir el potencial las arenas, de donde griegos y romanos obtenían betún, y hoy día parece ser que también se podría conseguir petróleo tras ser sometidas a un procesamiento.

Llegamos a White Hill Guest House a la hora de cenar, y esto fue literal porque pillamos a los huéspedes reunidos en una misma mesa y a punto de coger el tenedor. Los dueños habían preparado un delicioso menú aprovechando que era viernes, el inicio del sabbat judío. El sabbat es el día sagrado para los judíos y el séptimo día de la semana, y abarca desde el atardecer del viernes hasta la aparición de tres estrellas la noche del sábado. Los judíos descansan el tiempo que dura el sabbat, lo que significa el cese de todo trabajo. Esto hay que tenerlo en cuenta cuando planificas tu viaje, porque en los lugares más ortodoxos te encontrarás comercios y restaurantes cerrados o no podrás circular en coche (aunque no seas judío). Existen casos extremos como cuando mi querido amigo Alberto me contó que su hermano, de visita en Israel, fue a coger el ascensor y se lo encontró parado dado que el simple acto de pulsar el botón ya supone un esfuerzo.

Por eso nos vino tan bien el detalle de preparar una cena a base de couscous, tahini, guiso de carne, pasta de lentejas negras, pasta de berenjena y ensalada. Qué feliz fui y qué rico estaba todo. Nos sentamos al lado de una pareja que vivía en Yeroham y era amiga de los dueños. Ella hablaba un poco de español y demostró ser una amenaza para las escuelas de idiomas, ya que lo había aprendido viendo telenovelas durante su infancia, seguramente mientras yo veía todo traducido al castellano. Él por su parte charlaba con un austríaco que estaba recorriendo el país en bici, no sé si pedaleando o cargando con ella, porque aparentemente no se le veía muy en forma. Les pedimos recomendaciones por la zona, y nos sugirieron una caminata circular por Ein Akev (Ein Akev Maagali o Ein Akev Loop). La pupila se me dilató solo de escucharles hablar del lugar. La pareja se tomó la molestia de explicarnos detalladamente con un mapa que nos dieron los dueños cómo llegar al punto de partida de la ruta. Cuando se despidieron, no pude evitar darles un abrazo fraternal de lo bien que me habían caído. Tal había sido mi euforia que me entró la duda sobre el protocolo de despedida israelí: la mano, un abrazo, un beso, dos besos, un beso y la mano, dos abrazos y pestañear tres veces… En fin, ella tampoco me sacó de dudas porque su respuesta fue bastante vaga; dio a entender que dependía de la persona, pero que en su caso solía dar la mano. Antes de irse casi le doy otro abrazo tras su explicación, pero esta vez me contuve.

Había sido una velada estupenda y tras ella, nos retiramos a charlar un rato en la habitación hasta que, esta vez sí los dos, caímos rendidos en los brazos de Morfeo.

Trekking Ein Akev Loop, desierto de Neguev, Israel

Diario ilustrado de Israel

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