DIA 3: POTSDAM

Este día estábamos entre ir al campo de concentración de Sachsenhausen o visitar la ciudad de Potsdam. Nuestras circunstancias y apetencias nos hicieron inclinarnos a favor de Potsdam, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1990. Lo recomendable es pasar un día entero para poder ver la ciudad con calma.

Potsdam se convirtió en el lugar de residencia de la familia real prusiana desde el siglo XVII, de ahí que uno de sus principales atractivos turísticos sean los palacios y jardines. En invierno hay palacios que están cerrados al público y los jardines están más deslucidos; de hecho, los alemanes han tenido la genial idea de sellar en esta época todas las esculturas al aire libre en unas cajas de madera a medida a modo de ataúdes, como cuando guardamos la ropa de verano en otro armario. De haber visto cuervos, el tono de película en blanco y negro de la atmósfera y los ataúdes, me habrían hecho sentir en la primera versión del film de Drácula. Dicho esto, la visita a Potsdam sigue mereciendo la pena: somos poca gente, se pueden visitar los palacios principales y pasear por los barrios de la ciudad. Si vas a Potsdam ten en cuenta que en los palacios hay una hora de visita prefijada con audioguía incluida en el precio de la entrada. La hora de visita dependerá del idioma de la audioguía, te informan en el momento de comprar la entrada. Si quieres consultar los horarios de los palacios y los precios de las entradas pincha aquí.

Accedimos a los jardines de Sansoucci por el camino principal que parte de un obelisco, “Main Avenue Hauptallee”. A nuestra derecha, el palacio de Sansoucci, término derivado del francés que significa “sin preocupaciones” (sans – souci). Residencia de verano de Federico el Grande, el monarca dejó claro que con este palacio buscaba evadirse de la estresante vida “real” (de realeza, claro). Nosotros solo entramos en este palacio que, junto con Neus Palace (palacio nuevo), son los dos que más se recomiendan. Como teníamos tiempo hasta comenzar la visita dimos un paseo por los jardines: vimos el molino junto al palacio, las Neue Kammern o galerías nuevas, el pabellón chino, los inquietantes ataúdes verticales y de lejos, el magnífico palacio nuevo.

Palacio Sansoucci, Potsdam
Palacio Sansoucci

La visita al interior de Sansoucci resultó un tanto estresante. Dura 40 minutos medidos con precisión alemana, 42 si se te estropea la audioguía, como me sucedió: te abren las puertas de una sala, accedes, te cierran, escuchas la explicación de la audioguía lo más rápido que puedas y cuando todavía no has terminado, te abren las puertas de la siguiente sala y van haciendo presión para que entres y poder cerrar las puertas de la habitación de la que sales a trompicones. Y si se te estropea la audioguía como fue mi caso, apáñatelas para avisar a la auxiliar, la cual en vez de llevar alguna de repuesto, va a buscarla mientras tú casi quitas la audioguía a otro turista para ganar tiempo en la explicación. Entiendo que la gran afluencia de gente y las limitaciones de espacio obliguen a llevar un orden y control, pero se disfrutaría más relajando los tiempos y las formas. El palacio consta de 10 habitaciones de estilo rococó y refleja la pasión por las artes del pobre rey Federico, entendiendo por pobre el disgusto que tenía su padre porque Federico se interesara más por componer piezas musicales que por sus obligaciones militares, lo que le llevó a ambos a tener una relación tirante. Suerte que Federico tenía este palacio donde podía estar “sin preocupaciones”.

Otros lugares de interés en el parque de Sansoucci son:

Neues Palais (palacio nuevo): este palacio de estilo barroco construido para celebrar la victoria de Alemania sobre Austria tras la guerra de los siete años, destaca por sus dimensiones y opulencia. Estuvo destinado fundamentalmente a celebrar la pompa propia de las cortes reales y alojar a las visitas (dispone de 400 habitaciones). Tiene incluso un teatro en su ala sur.

Orangerieschloss (palacio de la Orangerie): este palacio decimonónico fue el último en construirse y evoca el gusto de Federico IV por el renacimiento italiano.

Scholoss Charlottenhof (palacio Charlottenhof): de estilo neoclásico, Charlottenhof fue construido por el arquitecto Schinkel, el cual sé que empezabas a echar de menos.

Romische Bäder (baños romanos): conjunto de villa y termas que imitan la arquitectura de la Italia clásica y renacentista. Obra de L. Persius y Schinkel, se pueden ver desde el palacio de Sansoucci.

Belvedere on Klausberg: este palacete bautizado como “vistas bonitas” (belvedere) fue el último proyecto de Federico el Grande en el parque de Sansoucci. Solo abre para eventos.

Jardines Sansoucci con Neues Palais, Potsdam
Jardines Sansoucci con Neues Palais de fondo

Si estás más de un día en Potsdam y te quedan ganas de ver más residencias palaciegas, puedes ir a los siguientes lugares:

Flatowturm y Park Babelsberg (torre Flatow y parque Babelsberg): esta torre de estilo neogótico se levantó a mediados del siglo XIX en lo alto de una colina y destaca por las vistas panorámicas que ofrece del parque y de la ciudad.

Schloss Cecilienhof (palacio Cecilienhof): aquí tuvo lugar la conferencia de Potsdam, la cual sentó las bases de lo que posteriormente sería la etapa de la guerra fría. A ella asistieron los líderes de la potencias vencedoras en la II guerra mundial, los Big Three: el presidente estadounidense Truman, el primer ministro británico Churchill y el presidente soviético Stalin. Entre los acuerdos de mayor calado reside el reparto de Berlín, dando lugar a dos bloques el occidental o capitalista bajo la órbita de EEUU, y el oriental o soviético de la URSS, los cuales dividirían Europa y el mundo, durante casi cuarenta años.

Marmorpalais (palacio de mármol): al igual que Cecilienhof este palacio neoclásico se encuentra en Neuer Garten (jardín nuevo) y data de los tiempos de Federico el Grande.

Si estás solo un día, como fue nuestro caso, te sugiero que mejor te centres en el palacio de Sansoucci y te des una vuelta por sus jardines y, si vas con tiempo y ganas, también puedes entrar en el palacio nuevo.

Después de Sansoucci nos fuimos andando hacia Brandenburger Tor, más antigua que la de Berlín. Hicimos un alto en el camino para comer en el café Alice, donde pedí una pasta con salsa de gorgonzola que me supo a gloria y me inyectó más energía que las espinacas a Popeye. Mis padres también se quedaron satisfechos con el menú. A continuación, reemprendimos la marcha hacia Holländische Viertel (barrio holandés). Aquí nos dejamos perder en un paseo muy agradable por las callejuelas del barrio, con sus casas de ladrillo rojo construidas en el siglo XVIII por mandato de Federico II para afincar a los artesanos holandeses inmigrantes y hacerles sentir como en su país de origen.

Potsdam también tiene una antigua colonia rusa, Russische Kolonie Alexandrowka, resultado de la estrecha relación entre Federico Guillermo III y el zar Alejandro I. El rey prusiano mandó construir este barrio de unas cuantas casas de madera en memoria del zar y para acoger a cantantes rusos.

Antes de volver a Berlín decidimos ir en tranvía a Glienicker Brücke (puente de los espías), el cual une Potsdam con Berlín. La importancia histórica de este puente reside en el intercambio de información y espías que en algunas ocasiones se practicó aquí durante los años de la guerra fría. La película dirigida por Spielberg y protagonizada por Tom Hanks El puente de los espías lo refleja muy bien, además de tener una magnífica ambientación de la época.

Puente de los espías, Potsdam
Puente de los espías

Como colofón hicimos una pausa en el café Heider, situado cerca de Nauener Tor, otra puerta de entrada a la ciudad junto con la mencionada de Brandenburgo. Se trata de un café clásico y acogedor, con un chai latte de diseño y tamaño considerable, bien hecho aunque para mi gusto un pelín más dulce de lo habitual. Con el calorcito en el cuerpo, nos volvimos a Berlín en tren y nos fuimos directamente al hotel.

Diario ilustrado de Berlín
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